"Hugo, un muchacho de doce años con el cabello castaño y las manos y el rostro tan sucios como la camisa que vestía hasta las rodillas, mantenía clavados sus ojos de mirada inteligente en la galera".
Ildefonso Falcones se consagró hace diez años con “La
catedral del mar”, que trasladaba al siglo XIV español la fórmula de “Los pilares de la Tierra”, el celebérrimo volumen de Ken Follet, pues cambiaba la ficticia catedral de
Kingbridge del británico, por una edificación auténtica, Santa María del Mar, del
siglo XIV. Las andanzas del bastaix Arnau Estanyol, que ayudó en las
obras sedujeron al público porque tenían el mérito de enganchar.
A continuación Ildefonso Falcones publicó otras dos
novelas, “La mano de Fátima” y “La reina descalza” , con buena respuesta, aunque no han vendido tanto como su ópera prima. Siguiendo los pasos de Follet, que continuó la trama de su mayor éxito
en “Un mundo sin fin”, el barcelonés publica ahora “Los
herederos de la Tierra”.
Grijalbo edita en español “Los herederos de la Tierra”, en edición en tapa dura, de 896 páginas, que sale a la venta al
precio de 21,74€. También está disponible en edición digital por 12,34. Novela muy adecuada para quienes tengan pensado regalar libros en Navidad 2016.
Sinopsis de “Los herederos de la Tierra”, vida medieval
La acción transcurre en 1387, ocho años después de la
primera parte. Ahora, Arnau Estanyol, padre de un único hijo, Bernat, protege a
Hugo Llor, un niño de 12 años, huérfano de un marinero fallecido, que trabaja
en las ataranzas, donde se construyen y se reparan barcos. El pequeño sueña con
convertirse algún día en diseñador de embarcaciones.
Pero irrumpe en escena la familia Puig, enemiga de Arnau,
que lleva años en busca de venganza. Sus acciones provocarán que Hugo tenga que
abandonar el lugar y buscar trabajo en el mundo del vino, junto a Mahir, un
judío cuya sobrina, Dolça, se convertirá en el primer amor del muchacho.
Reseña de “Los herederos de la Tierra”, un relato ameno
La novela, ofrece exactamente lo que se espera, que no es poco. No
dejará demasiado en el lector, pero se devora en muy poco tiempo, a pesar de un
largo bajón de ritmo hacia la segunda mitad, que deriva en un final de nuevo
dinámico. Componer algo así no resulta nada sencillo, por lo que el autor puede
estar satisfecho.
Como ocurría en su predecesora, Falcones se ha trabajado una esmerada ambientación de la Barcelona de
la época (en esta ocasión la acción se traslada de la Rivera al barrio del
Raval), que parece bastante documentada, así como los datos relativos al proceso
de elaboración del vino, las costumbres de la época y la vida medieval en
general.
Sin embargo, pesa mucho que se limite a narrar la vida del
protagonista, sin un objetivo ni un esquema claro, por lo que algunos pasajes
se podrían eliminar. Queda la sensación de que no ha parado de acumular de
forma gratuita desgracias folletinescas, que en numerosas ocasiones se
resuelven por cambios de opinión de los personajes, lo que deja la sensación de
recurso demasiado facción.
Alguno de los personajes nuevos tienen su encanto, como
Hugo, un tanto adelantado a su tiempo, pero más o menos convincente, pues consigue
que el lector empatice con ellos. Otros no acaban de funcionar, sobre todo las
mujeres, demasiado simplonas. Muchas de ellas son descritas únicamente por su
deslumbrante atractivo, y aparecen únicamente para dar lugar a las numerosas
secuencias de sexo, incluidas casi todas para aumentar el tirón comercial, no
porque aporten nada a la trama.
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